1. Lean todo el texto con atención.
2. Identifiquen un argumento del texto (hay varios) y extraigan sus partes. Recuerden diferenciar entre cuerpo argumentativo e ideas accesorias, a partir de la relación de los datos con la afirmación.
3. Elaboren un contra argumento. Si toman datos de otras fuentes para fundamentarlo, menciónenlas.
La tarea se debe entregar impresa, sin portada, solo con un encabezado en el que se indique que es la segunda asignación y sus nombres. Cualquier duda adicional, se pueden comunicar conmigo.
Este es el texto:
El pecado de la carne
MIGUEL G. CORRAL
El pecado se está adecuando
al mundo globalizado. Dañar el medio ambiente va en contra de los 10
mandamientos bíblicos y por lo tanto es pecaminoso, según ha declarado
recientemente el Vaticano. Pero existen muchas formas de pecar de esa forma.
Una investigación publicada en la prestigiosa revista médica The Lancet, ponía
de manifiesto a finales de 2007 el enorme impacto que tiene comer carne sobre
el clima. La ganadería es responsable por sí sola de la emisión de casi el 18%
de los gases de efecto invernadero mundiales, más que el sector del transporte,
que genera un 13%, y casi como la industria, responsable del 19,4%, según el
último informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de las
Naciones Unidas. Comer carne es uno de los nuevos pecados del siglo XXI.
«La agricultura y la
deforestación suponen una tercera parte de las emisiones globales de gases de
efecto invernadero. Y la ganadería usa el 33% del terreno agrícola para
producir piensos y en algunas zonas, como en Latinoamérica, provoca la mayoría
de la pérdida de bosques», asegura Tony McMichael, investigador del Centro
Nacional de Epidemiología y Salud Pública de Australia y autor del estudio. «De
forma que su contribución al cambio climático es enorme».
Además, con la misma cantidad
de grano que sirve para producir suficiente carne bovina para dar de comer a
una persona se podrían alimentar entre ocho y nueve, según datos publicados por
Patricia Muir, de la Universidad del Estado de Oregón (EEUU). «Una dieta que
reduzca el consumo de carne no sólo resulta saludable, sino que contribuye a
luchar contra el calentamiento global», dice McMichael. Por este motivo está
comenzando a surgir en distintos lugares del mundo una nueva forma de
vegetarianismo basada, no ya en la defensa de los animales o en la salud, sino
en la defensa del clima.
Las previsiones de la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación
(FAO), debido al aumento de población y de poder adquisitivo de países como
China y la India, indican que, si no se invierte la tendencia, la producción de
carne y leche se duplicará antes de 2050. En el gigante asiático la dieta ya
está cambiando. A pesar del aumento poblacional que ha llevado al país a
alcanzar los 1.300 millones de habitantes, el consumo de alimentos de primera
necesidad, como el arroz, ha disminuido en los últimos años. Pero la demanda de
carne se ha cuadruplicado desde 1980. Ahora, que su economía crece a un ritmo
medio del 8% anual, los chinos ya no quieren comer más arroz, prefieren la carne.
Parece lógico pensar que
para alimentar a la creciente cabaña ganadera es necesario también aumentar la
superficie agrícola destinada a cultivos para fabricar piensos para los
animales. Y así ha sido. En Latinoamérica la explotación ganadera ha crecido en
torno al 4% los últimos años, por encima de la media mundial que está por
debajo del 2%. «Esto ha implicado deforestación. Es cierto que en algunos casos
ha estado implicado el aumento de fronteras agrícolas para cultivar», asegura
Tito Díaz, oficial principal de producción y salud animal de la FAO para
América Latina.
En Centroamérica, el área
forestal se ha reducido un 40% en los últimos 40 años y la ganadería ha crecido
rápidamente durante el mismo periodo. Desde 1990 la superficie media de bosques
que se pierden cada año es de casi 100.000 kilómetros cuadrados, según un
reciente informe de la FAO, un área similar a la superficie de Portugal. El
consumo de productos ganaderos se ha triplicado entre 1980 y 2002. Y la
organización alimentaria afirma que la mayor parte de la demanda de carne
proviene del este asiático, cuyos países, debido a su falta de territorio,
deben importar el alimento para los animales. Ahí reside la principal causa de
la pérdida de bosques en países ricos en territorio como Argentina o Brasil,
que se han convertido en las fábricas del pienso mundial.
Pero la deforestación no es
la única causa de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con
la ganadería. La fertilización de los cultivos y las fermentaciones intestinas
de los rumiantes suponen el 60% de la contribución de la ganadería al cambio
climático. Los expertos proponen diferentes acciones para solucionar el
problema. «Hay que aumentar la productividad de las zonas ya intervenidas para
alimentar más animales sin tener que ganar superficie agrícola para ello»,
asegura Tito Díaz. «Se ha demostrado que se puede aumentar la sostenibilidad y
duplicar la producción de un terreno al mismo tiempo».
Sin embargo, Tony McMichael
afirma que la única forma de frenar las emisiones ligadas a la ganadería «es
que los países desarrollados reduzcan la cantidad de carne que consumen». La
media mundial de consumo de carne es de 100 gramos diarios. Sin embargo, existe
un gran desajuste entre los más de 220 que se consumen en los países
desarrollados y los 31 que ingiere un africano medio. «Hay 850 millones de
personas mal nutridas. Asumiendo un 40% de aumento de la población mundial en
2050, debemos situar la media de consumo de carne en 90 gramos, para
estabilizar las emisiones», sentencia McMichael.
Recuerden que los argumentos no siempre están en orden, ni en el mismo párrafo todo junto y que a veces la afirmación no es tan explícita.
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